Somos muchas personas las que pensamos que la lavadora es uno de los mejores inventos de la humanidad. Estamos muy acostumbrados a este electrodoméstico que nos hace la vida tan fácil. Así que cuando se avería, en un primer momento es como si se nos cayera el mundo encima. Luego, buscamos urgentemente un servicio técnico y escribimos Reparar lavadora en Sabadell, y llamamos al teléfono de un especialista al que rogamos encarecidamente que acuda a nuestra casa con la máxima rapidez y ponga fin a tan terrible situación.
Pero ¿Quién fue el cerebro privilegiado que concibió este prodigio de la técnica? ¿A quién debemos gratitud por regalarnos esta deslumbrante máquina que ahorra tiempo, agua y detergente?

Como otros muchos inventos, la lavadora es una creación colectiva a lo largo del tiempo, de mucho tiempo. Naturalmente, los primeros modelos tenían una tecnología muy precaria y obligaban a menudo a escribir: reparar tu lavadora en Sabadell. O sea, que sus mecanismos eran muy frágiles y las averías eran frecuentes.

Veamos la historia de la lavadora a través del tiempo.

Fue hace 268 años, en 1752, la revista Yorkshire Maiden informaba de un artilugio original. Éste consistía en una tina de madera llena de agua caliente a la que se le añadió jabón. Se introducía la ropa y se cerraba con una tapa. Esta tenía un orificio por el que se encajaba una vara que conectaba con una pieza circular provista de unas clavijas incrustadas situada en la base de la tina. Esta vara permitía girar la plataforma circular en ambos sentidos. Todo a mano, claro.

Poco tiempo después este modelo de lavadora llegaba a Alemania. Allí fue donde introdujeron algunas mejoras. Fue hacia 1766 cuando Jacob Christian Schäffer dotó al artefacto de un desagüe y perfeccionó su construcción, si bien mantuvo los elementos básicos del diseño inglés. Estos modelos se fabricaron durante muchos años y hasta mediados del siglo XX seguían en activo en muchos lugares, sobre todo en la Europa central, a algunos incluso les habían incorporado un pequeño motor eléctrico.

Años antes del año 1800 en Inglaterra se inició una verdadera fiebre de patentes de máquinas para lavar ropa que se extendió hasta bien entrado el siglo XX. Nada menos que veinte mil patentes se presentaron en las oficinas de registros inglesas. Las propuestas de los inventores eran muy diversas: lavadoras de rodillos, de cepillos, de cuna, mecedoras…

Sin embargo, hasta 1907 no se fabricó una máquina de lavado que incorporara mecanismos eléctricos. Las compañías fabricantes, Washer Company en Binghamton de Nueva York y Hurley Machine Co. en Chicago, basada en patentes de Alva J. Fisher.
Estas máquinas eran lavadoras industriales de gran capacidad.

Las primeras lavadoras domésticas llegaron a los hogares de Estados Unidos en 1946 y cinco años después a los alemanes. Estas lavadoras, ya eran similares a los modelos que hoy tenemos en nuestras casas. Entre 1960 y 1980 la lavadora fue entrando masivamente en casi todos los hogares de los países industrializados. Con todo, en la actualidad solo 2 de cada 7 personas en el mundo tiene acceso a uno de estos geniales artefactos.
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